La elección de un colchón para un niño, adolescente o joven implica evaluar las necesidades de un durmiente de esas edades. Son etapas de crecimiento, donde el confort al dormir debe combinarse con la anatomía de usuarios de corta edad. No hay que olvidar que dormir bien es una de las claves del crecimiento y la salud juvenil.
Un colchón para jóvenes es diferente al colchón para un adulto. Es importante considerar que, durante las horas de sueño, el cuerpo de los jóvenes realiza buena parte del proceso relativo a crecer.
Para niños entre 8 y 13 años, ya que no es lo suficientemente firme para los más pequeños y tampoco para el peso de un adolescente.
Buen colchón para niños entre 8 y 10 años, no tanto para los adolescentes. Perfecto para el hijo que no usa su cuarto con mucha regularidad, sino para dormir. Cumple bien con las necesidades de un lecho cómodo, de densidad ajustable y para personas de cuerpo pequeño. No se recomienda para durmientes robustos.
El mejor colchón para que un padre acompañe a su hijo pequeño a dormir o ver TV mientras están recostados. Su calidad de modelo hr es de las mejores, por lo que garantiza confort. Muy bueno para niños en crecimiento, por lo que es recomendado para edades entre 8 y 13 años. No obstante, también cumple con las necesidades de usuarios adolescentes.
Buena alternativa para adolescentes, o una edad superior a los 10 años. Al hacer una consulta en la web del fabricante, también se advierte que la compra debe hacerse para personas de peso corporal medio. Este modelo de colchón es de firmeza media, siendo entre los colchones juveniles uno de los más frescos. No obstante, es mejor en una casa donde el hijo tenga cuidado al usarlo, pues es un tanto delicado.
Un colchón estable, perfecto para que los niños se muevan y los adolescentes lo puedan usar para sentarse, acodarse o usarlo de diversas formas.
Una persona joven, lo mismo que un niño, requiere comodidad para su desarrollo, evitar posturas incómodas, así como un acolchado para zonas como el cuello. A continuación, exponemos algunos de los factores a considerar al comprar colchones juveniles.
La firmeza es una de las cualidades esenciales. Los niños son inquietos, pueden estar de buen humor y saltar sobre el colchón cuando juegan. Por eso, un colchón para niños no sólo debe tolerar el peso del cuerpo usuario, sino todo el movimiento de los pequeños.
Los colchones juveniles suelen ser de alta densidad. No obstante, es importante que su superficie no sea tan dura ni que genera puntos de presión. El núcleo debe ser indeformable, pero la superficie debe permitir confort y adaptabilidad a la anatomía del durmiente.
Hay varias opciones de colchones juveniles. Por eso, la gente muchas veces duda sobre cuál elegir para la cama del niño o joven. Básicamente, hay tres alternativas que describimos a continuación:
Este material fue creado por la NASA, con la intención de absorber las presiones en los trajes de los astronautas al momento de los despegues. Suaviza los puntos de presión en un colchón de gran firmeza, siendo perfecta para los más jóvenes, ya que tolera pesos mayores y anatomías robustas.
Un colchón de núcleo con muelles se hace con la intención de crear varias zonas de apoyo y evitar que la cama se deforme. Los muelles son un tipo de resortes helicoidales que permiten que el núcleo se comporte no como una unidad, sino como la suma de “pequeñas estructuras que funcionan en conjunto”.
La espuma es el material por excelencia de relleno en los colchones. Se requiere de una espuma de calidad resistente, que no se deforme y que no acumule humedad. Estos modelos suelen tener descuentos de precios. No obstante, son los mejores para niños; aunque requieren de una funda o recubrimiento especial.
Un aspecto muy importante es el material de confección. La cama de niños y jóvenes debe poseer un tejido que evite la acumulación de humedad y transpiración. Igualmente, las espumas y fundas no deben dejar marcas de tejidos ásperos en la piel.
La superficie debe ser hipoalergénica, además de una capa que permita la higiene y limpieza. Los más pequeños pueden padecer alergias. Por lo tanto, ni el tejido del colchón ni su funda deben acumular ácaros. Asimismo, ninguna de las partes del colchón debe estar elaborada con sustancias nocivas.
La transpiración se acumula en la cama, en las fundas, almohadas y penetra en los colchones. Se convierte en un detonante de enfermedades que deben evitarse. El tejido de los lechos juveniles debe permitir la ventilación hacia el interior de su estructura, pues de esa manera se mantiene libre de olores y secreciones el colchón.
Los mejores colchones juveniles se eligen según la edad del usuario. Exponemos, a continuación, algunas sugerencias para elegir colchones destinados a personas de estas edades.
Se sugiere un colchón de espuma o un colchón de muelles, con firmeza media o dura. Para los niños, el colchón no es solo para el descanso. También, es una superficie para jugar o saltar. Algo importante es que tenga una capa fácil de limpiar en su exterior, ya que los niños suelen ensuciar la superficie para dormir.
Tu hijo entra en una nueva etapa: necesita un descanso más mullido, aunque se recomienda mantener la firmeza del lecho. El colchón debe tolerar más peso y es muy importante evitar que se acumule la transpiración. Lo ideal es un lecho viscoelástico o muelles ensacados, con tejido que permita ventilar.
¿Cómo son los hábitos de un adolescente? Pasan muchas horas en la cama, viendo series, con videojuegos, leyendo e incluso comiendo. El colchón debe soportar puntos de presión variables y por tiempos prolongados. Además, se adapta al cuerpo del usuario cuando duerme.
Hemos repasado las exigencias de los colchones juveniles. Un colchón para niños, o para un adolescente, debe garantizar el sueño y el desarrollo en edades tempranas. Entre los factores que se deben considerar al elegir estos colchones podemos indicar los siguientes:
No hay un modelo único de colchón para la niñez o la edad juvenil. El descanso, y el uso del lecho, cambia a medida que los niños crecen. Lo mejor es comprar un colchón nuevo, entre las edades de 2 a 8 años, de 8 a 13 y luego para la adolescencia.
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